Autoridades, niños, docentes, familias, señoras y señores. Buen día
Me otorgaron el honor y la responsabilidad de hablar en nombre de todos y todas (como se dice últimamente).
Bakhtin en su noción de heteroglosia considera que aquello que cada persona dice refleja muchas voces diferentes.
Afirma que cuando hablamos nuestro pensamiento organiza de un modo singular la combinación de voces que hemos oído antes.
Espero hoy haberlas podido escuchar y parafrasearlas acertadamente.
¿Qué nos iguala? ¿Qué nos identifica más allá del guardapolvo? ¿Qué nos hace maestros?
La historia nos cuenta que ni las didácticas, ni los gobiernos, ni las políticas educativas, ni los edificios, ni las crisis han podido con nosotros… entonces ¿qué es?
Las voces que se escuchan hoy por las escuelas hablan de deseos y de pasiones:
Deseamos que no nos cueste tanto hablarles a los nenes sobre sus derechos; que la realidad no los golpee y les diga que ese otro niño que se sienta a su lado tiene algunos que a él le están vedados.
Deseamos que no nos den… ¿cómo decirlo?... cierta… ¿incomodidad? Algunos colegas que abusan y abusan de nuestros derechos.
Deseamos que no nos metan a todos en la misma bolsa del diez.
Deseamos que a toda la comunidad le moleste, le incomode y la movilice las generalizaciones de los medios de comunicación cuando hablan, despectivamente, de “los docentes” y “la” educación pública.
Deseamos no tener que correr entre dos cargos para que nuestros hijos puedan estudiar o simplemente llegar a fin de mes.
Deseamos que nos den lo que nos prometieron cuando nos hablaban de equidad, justicia, dignidad y capacitación permanente en servicio.
Deseamos que algunos de nuestros funcionarios no nos hablen de IMPOSIBLES. ¿No saben que las utopías y los imposibles son los desafíos y los motores que, día a día, nos mueven a la acción?
Deseamos que la escuela pueda dedicarse a enseñar y no a tapar o rellenar agujeros sociales que no les corresponden.
Deseamos que todos y todas podamos hacer lo mismo que enseñamos: opinar, criticar, cuestionar, peticionar, … pensar realidades de distinto modo sin miedos, censuras ni amenazas de sanciones.
Deseamos que no nos invada tan seguido esa sensación de ser sólo un par de oídos, una caja de resonancia de los problemas de las familias.
Deseamos no terminar ninguna jornada quebrados por la impotencia o agobiados con la burocracia.
Deseamos que a alguien le importe nuestras palabras…
Son sólo palabras y nosotros somos sólo maestros.
Dicen que nacimos en el instante preciso en que surgió una pregunta de la boca de un niño.
Dicen también que somos esa especie rara que en un solo día se transforma en actor, amigo, enfermero, psicólogo, entrenador, hallador de objetos perdidos, familia sustituta, kiosquero, cocinero, portero, político y defensor de la ética y la fe.
Dicen además que tenemos una pizca de locura y mucha pasión.
Pasión.
Pasión por enseñar, por rodearnos de libros para estudiar y aprender primero nosotros.
Corazones que saltan y se inundan de alegría cuando el remolón del salón produjo solito.
Ojos curiosos, miradas atentas, sonrisas cómplices, retos o penitencias que nos desgarran el alma.
Lapiceras de colores y con brillitos para los muy bien 10.
Tardes de domingo robadas a nuestros hijos para planificar una secuencia.
Cartucheras grandes para útiles perdidos….Portafolios pesados, llenos de ilusión.
Manos secas por la tiza, que hablan, se mueven y acompañan la explicación… Manos llenas de caricias que entregan el corazón.
¡Somos tan afortunados! Vemos la vida, las ideas y las esperanzas nacer cada minuto dentro del aula… Vemos el futuro y lo modelamos.
Que nadie lo dude. Es así.
Deseamos con pasión, a pesar de todo, simple, sencilla, solamente SER maestros.
¡Feliz día!
Me otorgaron el honor y la responsabilidad de hablar en nombre de todos y todas (como se dice últimamente).
Bakhtin en su noción de heteroglosia considera que aquello que cada persona dice refleja muchas voces diferentes.
Afirma que cuando hablamos nuestro pensamiento organiza de un modo singular la combinación de voces que hemos oído antes.
Espero hoy haberlas podido escuchar y parafrasearlas acertadamente.
¿Qué nos iguala? ¿Qué nos identifica más allá del guardapolvo? ¿Qué nos hace maestros?
La historia nos cuenta que ni las didácticas, ni los gobiernos, ni las políticas educativas, ni los edificios, ni las crisis han podido con nosotros… entonces ¿qué es?
Las voces que se escuchan hoy por las escuelas hablan de deseos y de pasiones:
Deseamos que no nos cueste tanto hablarles a los nenes sobre sus derechos; que la realidad no los golpee y les diga que ese otro niño que se sienta a su lado tiene algunos que a él le están vedados.
Deseamos que no nos den… ¿cómo decirlo?... cierta… ¿incomodidad? Algunos colegas que abusan y abusan de nuestros derechos.
Deseamos que no nos metan a todos en la misma bolsa del diez.
Deseamos que a toda la comunidad le moleste, le incomode y la movilice las generalizaciones de los medios de comunicación cuando hablan, despectivamente, de “los docentes” y “la” educación pública.
Deseamos no tener que correr entre dos cargos para que nuestros hijos puedan estudiar o simplemente llegar a fin de mes.
Deseamos que nos den lo que nos prometieron cuando nos hablaban de equidad, justicia, dignidad y capacitación permanente en servicio.
Deseamos que algunos de nuestros funcionarios no nos hablen de IMPOSIBLES. ¿No saben que las utopías y los imposibles son los desafíos y los motores que, día a día, nos mueven a la acción?
Deseamos que la escuela pueda dedicarse a enseñar y no a tapar o rellenar agujeros sociales que no les corresponden.
Deseamos que todos y todas podamos hacer lo mismo que enseñamos: opinar, criticar, cuestionar, peticionar, … pensar realidades de distinto modo sin miedos, censuras ni amenazas de sanciones.
Deseamos que no nos invada tan seguido esa sensación de ser sólo un par de oídos, una caja de resonancia de los problemas de las familias.
Deseamos no terminar ninguna jornada quebrados por la impotencia o agobiados con la burocracia.
Deseamos que a alguien le importe nuestras palabras…
Son sólo palabras y nosotros somos sólo maestros.
Dicen que nacimos en el instante preciso en que surgió una pregunta de la boca de un niño.
Dicen también que somos esa especie rara que en un solo día se transforma en actor, amigo, enfermero, psicólogo, entrenador, hallador de objetos perdidos, familia sustituta, kiosquero, cocinero, portero, político y defensor de la ética y la fe.
Dicen además que tenemos una pizca de locura y mucha pasión.
Pasión.
Pasión por enseñar, por rodearnos de libros para estudiar y aprender primero nosotros.
Corazones que saltan y se inundan de alegría cuando el remolón del salón produjo solito.
Ojos curiosos, miradas atentas, sonrisas cómplices, retos o penitencias que nos desgarran el alma.
Lapiceras de colores y con brillitos para los muy bien 10.
Tardes de domingo robadas a nuestros hijos para planificar una secuencia.
Cartucheras grandes para útiles perdidos….Portafolios pesados, llenos de ilusión.
Manos secas por la tiza, que hablan, se mueven y acompañan la explicación… Manos llenas de caricias que entregan el corazón.
¡Somos tan afortunados! Vemos la vida, las ideas y las esperanzas nacer cada minuto dentro del aula… Vemos el futuro y lo modelamos.
Que nadie lo dude. Es así.
Deseamos con pasión, a pesar de todo, simple, sencilla, solamente SER maestros.
¡Feliz día!
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